viernes, 30 de septiembre de 2016

Patria y el deporte patrio

Aunque el título es engañoso, no voy a hablar de fútbol. Quiero hablar un poco del spot del Salón Erótico de Barcelona y en torno al revuelo que ha causado. Pero lo que pretendo no es posicionarme respecto al spot ni decir quien tiene la razón o no. Me falta aún mucho por leer para poder afirmar algo al respecto. Lo que sí pretendo es señalar unos cuantos artículos y plantear algunas preguntas y reflexiones al hilo del anuncio. No me interesa quién tenga la razón tampoco y no voy a entrar en una discusión para la que, como ya digo, no estoy preparado.



Lo primero será ver el vídeo, para quienes no lo hayáis visto aún. Y después ya seguiremos.


El vídeo utiliza varias hipocresías de nuestra sociedad para explotarlas como reclamo. En esencia, vendría a decir: "ven a disfrutar al salón, nosotros no engañamos". Frente a las dobles morales de la sociedad española, el salón se muestra como una apuesta por la sinceridad. El problema viene cuando se mezclan varios conceptos. El primero es el spot, el segundo la ideología y el tercero la actriz. Son ámbitos interrelacionados, pero al menos dos de ellos no tienen nada que ver entre sí. Son independientes uno del otro. Y me explico. Una cosa es el spot, que estará mejor o estará peor. Otra es la ideología de fondo. Y otra es la actriz, en este caso Amarna Miller. Lo que he visto durante estos días es que, para criticar el anuncio (y es completamente criticable, como absolutamente todo) se ha pasado a criticar a la actriz (eso, pueden ser varias falacias argumentativas, falacia ad hominem, falacia del hombre de paja y seguramente alguna más). Ese último paso es el que me parece muy interesante y muy negativo. Y como Amarna Miller ha sido criticada por este anuncio, va siendo hora de que la escuchemos a ella, y luego juzguemos.
 


La idea de poner esta entrevista es para que podamos hablar sabiendo cuál es la propia ideología de Amarna. No por nada, sino porque ya que se la ha criticado, sobre todo por twitter. Y, ojo, criticar una ideología me parece no bueno, sino necesario. Criticar a la persona me parece ir demasiado lejos. Enlazo esta entrevista que le hicieron en JotDown, que también es muy interesante.
Os pongo un ejemplo. Este artículo de eldiario.es muestra lo que NO debería hacerse. Como no te gusta el spot, criticas a la protagonista. Eso no ayuda a nadie. Supongamos que la crítica tiene razón, al focalizarla en la persona en vez de en los otros ámbitos, por mucha razón que tengas, estás invisibilizando el problema. Y además estás haciendo daño a alguien. Así que mal, muy mal.
Hay una opción intermedia, que es la que ha usado Barbijaputa en un artículo en el mismo medio. Barbijaputa entiende que Miller, como trabajadora del sexo y, según ella, parte privilegiada en ese trabajo, tiene una posición de responsabilidad que no está llevando demasiado bien. Por un lado critica a la empresa, Apricots, y por otra a la actriz. Esta crítica deja ver el problema, aunque también ataca la ideología de Miller. No me parece, en principio, mal el tener una visión holística, completa, del problema. El tono es duro, pero eso tampoco tiene por qué ser malo. Y no entra en cuestiones personales. En principio, sin entrar en si el contenido está bien o mal, me parece una buena forma de responder.

Ahora bien, no soy el primero en decir que la empresa Apricots no parece trigo limpio. En este artículo aparece una crítica a la empresa y a la anuncio, basándose en la ideología del spot. Y aquí es donde sí entro a criticar y opinar. Confrontar a la gente con sus hipocresías me paree muy sano, entre otras cosas porque todas y todos las tenemos y me parece una buena idea tener las menos hipocresías posibles. Esta entrada en un blog, que deja entrever cierta satisfacción con el spot, lo define bastante bien. Pero hay una situación incómoda, y es que la productora del anuncio y quien lleva dicho salón es la empresa Apricots, que parece ser una empresa que monta burdeles y que se publicita bajo el slogan "Queremos ser tu marca de puterío". Bien, es incómodo hablar de la legislación de la prostitución desde una empresa de prostíbulos. Lo es porque en su sistema capitalista las relaciones laborales lo son también de poder. Es decir, la persona que administre ese burdel, no es sólo un cargo en un puesto de trabajo, también ejerce un rol de poder. Frente a las trabajadoras y los trabajadores su rol es de autoridad, por lo que hay un sometimiento (social, económico y en este caso sexual) del trabajador o trabajadora hacia la empresa.
También entiendo que una opción para tratar de solucionar esto es legislarlo, de manera que se cuente con un marco en el que los y las trabajadores sexuales puedan estar amparados. Así, podría contarse con buenas condiciones de trabajo, con higiene y derechos en la seguridad social y con sindicatos. Esto, sin duda, mejoraría las condiciones laborales y supondría un avance a la hora de terminar con la vejación de dicho trabajadores y trabajadoras. El problema es lo que ya he dicho antes, que aun así, habría una relación de poder dentro de la empresa, que se daría, bajo otra óptica los mismos abusos.
Y es que, aunque se mejore la situación del trabajo sexual, aún estaríamos en una sociedad patriarcal en la que la ideología capitalista y de género (el heteropatriarcado), no notaría la diferencia (de hecho puede que hasta le venga bien) porque seguiría habiendo explotación y además, amparada en un marco legal.
Reconozco que lo que plantea Miller en la entrevista, que no legalizarlo hace que las mafias estén por detrás, es verdad. Pero sacar el consumo sexual de la ilegalidad para ofrecerle un marco legal dentro de una sociedad patriarcal no supondría un giro de 180º grados a la situación por sí mismo. Sería una mejora cualitativa, pero no cuantitativa. El problema es no caer en ese aspecto, que las relaciones laborales lo son de poder y que la explotación laboral sexual seguiría existiendo. Una vez legalizada la prostitución, los consumidores exigirán cumplir sus deseos, y en un país con unos consumidores heteronormativos y sexistas (no sólo en España, faltaría más), estos deseos consistirán, casi seguramente, en una satisfacción de deseos de poder y de fantasías de roles dominantes, no sólo en un servicio sexual.
Por eso mismo me parece problemático lo que plantea Miller acerca del porno. Y es que somos los consumidores los que podemos cambiarlo a través de la demanda de contenidos específicos, no heteropatriarcales. Y no le falta razón. Pero cae en el voluntarismo. Es decir, es una decisión mía, que no estoy obligado a tomar, el pagar por el porno para mejorarlo. Y una decisión que se basa en mi ideología, que es un reflejo de la ideología social dominante. Es decir, que para cambiar eso, sería necesario que miles de varones heterosexuales decidieran voluntariamente volver la espalda a una concepción social que les es beneficiosa. Aunque difícil, no es imposible. A fin de cuentas, las personas no racistas y feministas que somos además varones de raza blanca estamos decidiendo volverle la espalda a una forma de entender la sociedad que nos beneficia, lo queramos o no. El problema, y ahí tiene mucha razón Miller, está en que hace falta muchísima pedagogía y mucha deconstrucción, empezando por la educación sexual en las instituciones educativas y aumentando la presencia del feminismo en todos los ámbitos posibles.

Y ahora ya, entro en lo que me parece el spot y la ideología de fondo. Entiendo que el anuncio no tiene ningún problema con la ideología de Miller, puesto que ella está a favor de la legalización de la prostitución. Sin embargo, una prostitución en el sistema capitalista siempre va a reproducir esquemas de género y sexo en los que el varón va a tener una posición de preponderancia, una posición de poder más elevada, que la prostituta. A lo que hay que sumar la cuestión de las relaciones laborales y de poder.
Por otro lado, me parece hipócrita que una empresa (no Miller) denuncie la hipocresía mientras nos vende su sinceridad, escondiendo su auténtica razón, que es ganar dinero a costa de nuestra libido y nuestro deseo sexual. Y me parece que eso sí es hipócrita, porque mientras haya intereses económicos detrás de la liberación sexual, está no será una liberación, sino una liberalización. Esto da para muchísimas discusiones de enorme extensión, así que lo dejo aquí.


Espero vuestros comentarios. Y espero que quede claro que no quiero atacar a Miller, aunque haya aspectos de su ideología que parezcan problemáticos, sino la publicidad de Apricots. Lo haya conseguido o no, hacédmelo saber.

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